Marchantes

Mientras el Maléfico Dr. Bob hacía un recorrido mental para uno de sus experimentos; en la lista de materiales hacía falta una o varias cintas de ánime, y al tiempo que pensaba en que adquisición sería buena, y de repente comenzaron a llegar imágenes de todos aquellos personajes que suelen atender las tiendas o puestos donde se venden comics, ánime o monitos, lo cual lo hizo llegar a esta conclusión. Existen muchas variedades de estos especimenes, pero podrían ser clasificados en tres categorías:
1.- El ojete malhumorado: generalmente se rige bajo el lema de “si no compra, no pregunte” , es aquel tipo que según su versión de los hechos la vida es una culera y en lugar de ser un gran empresario o galán de cine, no le quedó otra que poner un puestecillo de tarjetas, ánime y otras cunchas. Eso sí, su local es la última chela del refri en peda casera a las 3:30 de la madrugada, la última memela de la botana del domingo, el último cigarrito de la noche, etc. Por lo que su postura es de rapiña, pues cree que es el único wey que vende en todo el planeta. Pobre de ti si le llegas a hostigar con una pregunta tan simple y normal de un cliente como ¿cuánto cuesta esto? Porque desde ahí ya no te la acabas; peor aún si lo que quieres no está a la vista y preguntas por alguna película en especial, porque a lo más que puedes aspirar es a que te aviente una fotocopia de su lista, plastificada por supuesto no la vayas a manchar con la putrefacta grasa de tus dedos. El problema es que ves un friego de nombres y si no eres Juan Camaney en la materia pues quedarás peor que cuando se te ocurrió preguntar. Obviamente dada su ficticia condición de ser único vende carííííísimo el cabrón; por lo tanto andie le compra y llega un momento en que sólo vas a su puesto para chingarlo y burlarte de él mientras pasas.
2.- El vampiro-jedi-caballero del zodiaco: Este monigote es un caso aparte, generalmente su bagaje comiquero es bastante amplio, y bien te puede echar una tesis sobre como supermán ha llevado una vida de celibato por usar calzones amarillos de fuera. Tiene una doble vida: la normal que lleva día a día en la escuela (generalmente son estudiantes o en casos extremos adultos que se quedaron en el viaje), hace lo que cualquier persona, pero cuando entra a sus dominios o se encuentra con sus amigos, que es este caso sería como su cofradía, su comunidad del anillo, su consejo o cualquiera que el sea el personaje en el que se clave. Su lenguaje está prácticamente sacado de un globo de historieta, en lugar de decirte “buenos días” te sale con una jalada como “ mis saludos oh hermano mortal” ¡¡¡mocos!!! Generalmente no son malas personas, pero si bastante aisladas de la sociedad a la que consideran inferior, pues no tienen sus habilidades inherentes a su raza, como saber los tipos de clanes de vampiros, los nombres de todo el consejo jedi o que carajos es el magik. Son aficionados a morir de los juegos de rol, en los que pueden pasar días enteros, en sesiones interminables que para ellos son sólo momentos en los que pueden sacar su verdadero ser.
3.- El super....ñoño.- Dicen que nada es verdad ni es mentira todo depende del cristal con que se mira; esta frase rige la existencia de este espécimen. Ya que aunque según él (y a veces ella) es todo un garañón, con cuerpo de surfer, inteligencia de premio nobel, una perspicacia que ni Sherlock Holmes y no hay persona en el universo más bella que ellos. Pero al verdad es que a los ojos de los demás es un wey que usa bermudas hasta la rodilla, calcetines color guinda y huaraches de plástico. Su visión de telescópica se le deben a los lentes de fondo de botella que cubren la mayor parte de su cara, la cual sufre de una invasión de barros y espinillas que harían temblar a Hermelinda Linda, el Chico Acné o Jabba the Hut. Cree que en realidad es un superhéroe de historieta, así que no le de cuerda. Conoce exactamente todos y cada uno de los artículos de su tienda TODOS, no hay manera que en su gran intelecto se pueda pasar por alto una identidad secreta, una batalla o el día en que Juan de las Pitas firmó el número 1 de el hombre topo. Manejan un “sarcasmo” entendible sólo para los de su especie, que usualmente viaja en grupo. Generalmente no son amenazantes pero cuidadito si confundiste un comic con novela gráfica o a algún autor por entintador, porque harás surgir el odio en ellos, así que aguas.

Con cualquiera de estas categorías y sus subsecuentes variaciones, extreme precauciones, váyase por la sombrita, compre su mercancía sin hablar más de lo necesario y nunca, repito nunca establezca contacto visual.

PD.-Desgraciados geeks que nos hacen mala fama a los comiqueros que sí distinguimos la fantasía de lo real, ¿verdad Dr.?